Lo primero que hice al llegar a sullana fue buscar a héctor, el tío de pierre, pero no lo encontré. Entonces fui a la bodega del frente donde unas señoras tomaban desayuno. Era temprano, por la mañana, y había pasado la noche despierto porque un viejo al que por momentos quise matar (más o menos a la altura del desierto de sechura) mientras yo leía American Psycho, él roncaba de una manera espantoza y no me dejaba dormir.
En piura me despedí de él pensando en que matarlo, después de todo, no habría sido muy mala idea. Si no estaba hablando, el viejo, estaba roncando. Y roncaba horrible. Incluso ¡hablaba dormido! Y pronunciaba balbuceos incomprensibles. Cuando bajé me despedí de él seguro de que no lo volvería a ver.
Esperé a que bajaran las maletas. Me di cuenta que llevaba demasiado conmigo cuando vi el maletín plomo chancado. La bolsa con mi champú y bajón liquido asomaban por uno de los bolsillos. Seguro se habían derramado con la presión y había echado todo a perder.
Lo primero que hice al salir del paradero fue tomar un mototaxi hasta el otro paradero, donde tomaría el bus que me llevaría a sullana, y por ende al restaurante del tío de pierre. Donde me encontraría con pierre y con pepe. Lo que vi de piura me pareció igual a lima, solo que más pequeño, en escala. No vi mucho. El bus a sullana no parecía muy seguro ni muy inseguro. De hecho, algunos buses y combis que tomo a diario en lima son más peligrosos.
Lo que vi del camino de piura a sullana fue una carretera recta, a través de un desierto sin sol y con nubes parecidas a las de lima. (No he visto sol en todo el viaje, tampoco hace mucho calor.) Sullana es un pueblo pequeño, también parecido a lima. Hay bodegas, comercio, se respira un aire de cultura chicha, como en todo el país. Cuando salí de aquel lugar donde me compré una gatorade en recompensa a las horas de desidratación en el bus, volví a buscar a héctor. Llamé a la puerta del restaurante y silbé varias veces. Cuando el tipo de la bodega donde tomé desayuno se dio cuenta que estaba buscando a alguien me llamó y me dijo que ahí no vivía nadie. Pregunté por héctor. Ya sabía que nadie vivía ahí, buscaba a héctor. No me dieron razón de él.
Me di cuenta que llevaba demasiado equipaje, en serio, tomando en cuenta que voy a acampar, cuando caminé y caminé sin rumbo fijo en una ciudad sin duda aburrida (nada como Cuzco), sin conocer a nadie. Fue cuando vi un hotel no muy feo en una esquina. Decidí entrar y preguntar. La habitación simple, con televisión, DUCHA y un baño costaba 35 soles. Me pareció un precio justo, razonable, considerando que alejarme del restaurante donde he quedado en encontrarme con héctor, pepe y pierre sería una estupidez.
La habitación era mejor de lo que esperaba. No me dieron ganas de dormir y eso que casi no he dormido en todo el viaje. Prendí la televisión y me puse a ver en TNT una película sobre un negro bailarín de tap en los años 30 que afronta la fama de salir en el cine. No es muy listo, es negro y es analfabeto.
Bueno, sin pensarlo mucho me duché. No se me ha movido el estómago. He salido y he buscado a héctor. Ya me han dado razón de él. Trabaja en ese restaurante, pero todavía no ha ido. Es probable que me haya ido a buscar al paradero de sullana (?) esta mañana. Lo mejor es esperar. Luego he venido y he escrito esto. Son las 10.30am. Cosas de las que ya puedo decir que le sacado provecho a este viaje: el desierto de sechura con los árboles de algarrobo al amanecer.
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